Caso real: conoce la trágica historia de Miguel, un latino que murió en Los Estados Unidos y cuya familia pasó un calvario para repatriarlo.
Como Miguel, son muchos los latinos residentes en Estados Unidos que mueren trágicamente y es allí donde empieza el mayor dolor para sus familias: en cómo repatriar el cuerpo para retornar a su país de origen y así dar un último adiós con dignidad.
Miguel llegó a Estados Unidos con el sueño de hacer crecer su carrera profesional como modelo y lograr vivir de esta dignamente, lo que no sabía él, es que con esta decisión estaría iniciando el fuerte camino que sus familiares tendrían que recorrer tras su muerte en este país.
Morir sin previo aviso en EE.UU.
Una muerte inesperada (violenta o de accidente) en este país supone una gestión muy distinta a una muerte natural o por otros motivos. Miguel murió en un accidente automovilístico y su cuerpo no podría ser entregado a nadie más ya que al ser un accidente deberían evaluar temas de peritaje, revisar seguros de ambos medios de transporte y demás diligencias de este tipo.
Un plan largo y doloroso para traer a Miguel de vuelta a casa
El dolor emocional no es lo único por lo que la familia de Miguel debió preocuparse, de hecho, se hizo mucho mayor cuando la repatriación funeraria resultó ser un calvario debido a la causa de muerte.
Empezando porque, como cita en palabras textuales uno de sus familiares: “En la Cancillería nos ayudaron a gestionar los pasaportes, pero lo más difícil era la vuelta de la visa. Ellos nos dijeron que no podían agilizar ningún trámite con la embajada americana”.
Seguían pasando los días y ya eran más los inconvenientes y panorama totalmente desolador para la familia, habían pasado 10 días, el cuerpo aún seguía en Estados Unidos sin una solución y, aunque lograron gestionar el proceso de visado, el costo de repatriación funeraria no podría ni pensar cómo pagarse; entre 8.000 y 11.000 dólares costaría retornar el cuerpo a su país de origen.
Con una vaki lograron costearse los pasajes para llegar hasta EE.UU., pero nada resultaría tan fácil. Al llegar hubo un error con el estado civil de Miguel y por esto el acta de defunción llegó más tarde de lo esperado, lo cual aumentaba el riesgo de que la velación se hiciera a “cajón cerrado”.
Mientras esperaban este proceso, se dieron cuenta de que las exigencias de las aerolíneas eran bastantes. Ninguna aerolínea contribuía a transportarlo, pues la solicitud debía hacerse con días de anticipación para contar con una cápsula especial de refrigeración.
Así fue como la familia de Miguel, aún en medio de todo el drama y dolor, perdieron sus tiquetes de regreso…
El panorama penal no favoreció los trámites de repatriación funeraria
Los sucesos del choque automovilístico donde murió Miguel, fueron claramente escalados a un proceso legal donde se determinaría quién tuvo la culpa. Para la familia de Miguel, fue el carro que lo chocó quien la tuvo. Sin embargo, fue algo que prefirieron indagar con un abogado, quien además les dijo que: “su caso no era prioritario”.
Así que se pusieron de acuerdo con el bufete de abogados y continuarían el proceso de investigación y demanda desde Colombia.
Miguel por fin puede retornar a su lugar de origen
Al encontrar finalmente una aerolínea que se hiciera cargo del traslado, lo hicieron. Sin embargo, el ataúd les costó 6 millones de pesos, algo que no tuvieron otra opción más que acceder a comprarlo.
Esta familia pudo retornar a su lugar de origen con el cuerpo para dar un último adiós con cariño, pero con una demanda y deudas por pagar sin conocer su desenlace. La buena noticia fue que pudieron velarlo a féretro abierto gracias a un proceso de embalsamamiento hecho en Estados Unidos.
A pesar del calvario que sufrieron y los kilómetros recorridos, hoy Aurora, su madre, agradece poder “dejarle flores frente a su tumba y elevar una plegaria” a su hijo muerto trágicamente en el extranjero.